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domingo, 29 de abril de 2007

DOLINA - CONTRATAPA

CON ALEJANDRO DOLINA
La resistencia del ángel

El escritor y conductor radial argentino Alejandro Dolina* clausuró las actividades de la 19° Feria Internacional del Libro en Montevideo y encantó una vez más a una audiencia oriental a la que, confesó, temía por su rigor receptivo.
Luis Bravo
La "magia de la radio" lleva a veces a que no sólo el oyente deje volar su fantasía a través de las palabras. Quien está "en el aire" quizás se halle también descubriendo otra imagen de sí mismo. A su vez este "actor verbal" corre el riesgo de repetirse en los tics, tonos y frases hechas propios de ese contacto rápido, de superficie, que obedece a horarios y compromisos comerciales. En ese medio zafar hacia profundidades que la inmediatez del micrófono no siempre permite, es todo un desafío: ¿hasta dónde forzar la distancia entre un escucha ocasional y un lector atento y crítico?
En esa cuerda floja, más bien tensa, es donde puede ubicarse a Alejandro "Negro" Dolina (51 años) quien ya era músico, compositor y articulista de la revista Humor antes de conducir radio (y tevé) como lo hace noche a noche desde 1985. Presentó en Montevideo la versión corregida y aumentada (anti-prologada por Horacio Ferrer e ilustrada por Hermenegildo Sábat) de su único libro publicado hasta el presente.** Dolina insistió en presentarse como "el peor de los canallas" autorizando a que se desconfíe de este personaje sieteoficios, que además ejerce una indudable seducción ante cualquiera que se le ponga enfrente, ya sean las 300 personas que en el café Tortoni o en el teatro Alvear de Buenos Aires presencian su programa radial, o los miles de escuchas que lo siguen desde ambas márgenes del Plata.
Con un estilo comunicativo opuesto al de Marcello Tinelli, Dolina y su equipo han captado un importante sector de audiencia juvenil que acepta su humor literario, valses, tangos y canciones de buen nivel popular, incluso la discusión franca al tocar temas éticos y políticos, por ejemplo al afirmar que "la economía de mercado, la prescindencia del Estado, el darwinismo social, la marginación de los humildes, no huele muy peronista que digamos. Sigo siendo un peronista con actitud crítica y no supersticiosa, pero no soy menemista". Lo que sigue es una síntesis de su visión sobre las dos facetas por las cuales visitó el Uruguay: la del escritor y el conductor radial de "relativo éxito", según sus afirmaciones.
El ángel y otras plumas
Crecí en una casa donde había libros, no es que hubiera una biblioteca, corrían libros por mi casa. Mi tía, mi madre y abuela tenían el hábito, que venía de mi bisabuela, de leer en familia. Siendo niño veía cómo disfrutaban los grandes leyendo, así que lo primero fueron los libros. Por otro lado papá, a pesar de ser un hombre de números, amante de los órdenes cotidianos, cantaba maravillosamente y me hizo conocer el tango y las canciones criollas. Abuelo fue un sindicalista renombrado y los "vientos de justicia" soplaban por allí; además tenía una habilidad narrativa excepcional. No era una casa lujosa, pero tenía huerta, molino, árboles, en Caseros, cerca de un barrio ferroviario donde me hice de muchos amigos atorrantes por quienes conocí la pobreza.
Empecé con el piano pero ya en la secundaria escribí alguna cosa. En 1971 viajé por Europa; así como escapé luego de mi destino de gerente de publicidad, escapaba entonces de un destino próspero pero aburrido. Fui a París con poco dinero y una valijita con libros y discos de música criolla. La distancia agrandó la dimensión de aquellos sentimientos de pertenencia, elevándolos a la categoría de entidades celestiales. Un simple atorrante de Flores pasó a ser un filósofo como Mandeb, el polígrafo. Lo de los Hombres sensibles y los Refutadores de Leyendas, como todos los "bandos", es una comodidad intelectual tanto en la ficción como en la realidad. Pensaba más bien en lo dionisíaco y lo apolíneo, la pasión y la razón, lo diurno y lo nocturno. De todos modos estos personajes no existen en una química pura, todos somos una mezcla, ¿no? Es más, el ba Un barrio es un lugar donde la gente se reconoce por pequeños gestos propios, irreconocibles más allá de ciertas avenidas. La virtud del barrio es que jerarquiza la solidaridad, nos hace sentir sapos de un mismo pozo, es como el embrión de la nacionalidad. El hombre urbano aprende a vincularse a su tierra a partir de ese cariño local. Si no se sabe quién vive pared por medio, uno se convierte en un pasajero de su nación. Eso es mala cosa aun cuando se vivan tiempos globales. En esta realidad el Angel Gris seguramente convive en resistencia. No es que sea un ángel reaccionario, no se opone al progreso de modo cerril, pero rechaza aquello que nos convierte en máquinas y números. Creo que la tevé es en parte artífice de esa degradación espiritual, porque es un negocio cada vez más perentorio en el cual hay que obtener rápidas ganancias.
Lo medianamente elaborado es automáticamente expulsado, no por un director malévolo, sino porque la premisa es que todo sea digerido y aceptado con la mayor facilidad. Es un fenómeno planetario donde las particularidades regionales conspiran contra la venta masiva. Por suerte hay calles laterales... Ultimamente me intereso en lo que podría llamar la extravagancia del destino. Hay una vieja fórmula mítica que consiste en tratar de evitar el destino y darse cuenta de que esas maniobras no son otra cosa que una gran operación, que al fin, hace que ese destino se cumpla. También la historia suele deparar asuntos de esa naturaleza que me producen inquietud en torno al tema de lo vano que resulta resistirse al destino. Pero no hay actividad más humana que la resistencia. ¿Qué otra cosa es la vida sino una prolongada resistencia, aun cuando sepamos que finalmente la muerte vencerá? Me conmueven los hombres y pueblos que a pesar de la
Juntos en la madrugada
Padezco de insomnio desde los 15 años, y más que una razón filosófica, eso es lo que me llevó a preferir lo nocturno. Dice mi amigo Jorge Dorio (con quien compartí durante años un programa de tevé) que soy un narrador que de noche en lugar de escribir "cuenta por radio". Me importa mucho darle un acento coloquial a mi prosa porque disfruto de los movimientos precisos. La claridad es una virtud literaria, lo que no supone ausencia de metáforas ni figuras retóricas. Soy un artista aficionado que suele expresarse por distintas vías con idéntica insolvencia. Hacer radio es algo que me sucedió por casualidad; me inicié llamando de modo fraudulento desde el teléfono de la esquina dando informaciones del circo de Moscú como si estuviera en Moscú, con ese recurso tan de radio donde utilizamos un lenguaje académico para describir una situación cotidiana y palabras simples para describi En cuanto a improvisar, alguna vez he sentido esa vocecita interior como si alguien me soplara al oído lo que voy a decir, me sorprende tanto que a veces me río. Debe haber algo de médium en todo artista, una especie de "visita", que para los griegos eran las musas, y nuestra modesta mitología actual explica con vaya a saber qué entreveros psicológicos. Pero el programa lleva más que nada preparación. A veces se desarrolla algún asunto que leímos en esos días o fue pieza de conversación con un amigo. Otras requiere la persecución de ideas, que por ahora se dejan alcanzar, porque cuando se tienen que perseguir demasiado las ideas hay que dejarse de embromar. Claro, hay algo que resulta fatal para la inteligencia, comprometerse a cierta lucidez a plazo fijo es un riesgo. Tener ocurrencias interesantes entre las 0 y las 2 de la mañana es cosa que ninguna persona decente puede lograr. En realidad todo consiste en u En cuanto al humor lo que hay es un lenguaje de barrio, con chistes de colegio o churrasquería, mezclados con modelos clásicos, a lo mejor está por ahí la cosa. También en que nos sinceramos, nos sentamos sin el propósito de hacer reír, empezamos a jugar y aparece el chiste o la perplejidad. Posiblemente los jóvenes sientan que no se les está tratando de inducir a una emoción determinada, que no son manejados. Hoy está de moda la vulgaridad, pero desconfío de la inocencia o naturalidad de ese tipo de conductores de programas. Prefiero la vulgaridad que no se convierte en una profesión o un negocio buscado para ser impuesto a las muchedumbres, me parece que eso es mala noticia. En fin, yo creo que el artista no debe buscar el beneplácito de la gente sino el propio, pero debo reconocer que la presencia del público en vivo me resulta indispensable, es como un numeroso escribano que certifica la necesaria ve * Se lo puede escuchar con su programa La venganza será terrible de lunes a viernes de 0 hs a 2 a.m. en directo por CX30 Radio Nacional, que retoma a Radio Continental de Buenos Aires.
Crónicas del Angel Gris, Colihue, Buenos Aires, 1996, 329 páginas.

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